La elección del enfoque adecuado para desarrollar software puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso de un proyecto. En los últimos años el enfoque ágil ha tenido una amplia adopción, lo que nos hace reflexionar acerca de si es mejor que el modelo tradicional de cascada o no.
Metodología Cascada: La ruta tradicional
El enfoque de Cascada es la metodología clásica y tradicional en el desarrollo de software. En este modelo, el proceso de desarrollo se divide en fases secuenciales, con cada fase dependiendo del entregable de la fase anterior. Las fases típicas incluyen: requerimientos, análisis y diseño, implementación, pruebas y mantenimiento.
La metodología de Cascada es ideal en situaciones con las siguientes características:
1. Requisitos claros desde el principio: Cuando los requisitos del proyecto son claros y estables desde el principio, la metodología de Cascada puede ser eficaz. Esto es común en proyectos donde el alcance y los requisitos están bien definidos y es poco probable que cambien significativamente a lo largo del ciclo de vida del proyecto.
2. Proyectos con poco margen para cambios: En algunos casos, como en proyectos con restricciones estrictas de tiempo o presupuesto, puede ser preferible seguir un enfoque de Cascada. La metodología de Cascada permite una planificación detallada y una estimación precisa de recursos y plazos.
La metodología Ágil es apropiada en situaciones con las siguientes características:
1. Requisitos cambiantes o ambiguos: En proyectos donde los requisitos no están completamente definidos desde el principio o es probable que cambien a lo largo del tiempo. La metodología Ágil brinda la capacidad de adaptarse rápidamente a los cambios.
2. Feedback temprano y frecuente: La metodología Ágil fomenta la retroalimentación continua de los interesados en el proyecto a lo largo del proceso de desarrollo, lo que garantiza que el producto final satisfaga realmente sus necesidades y expectativas.
3. Entregas lo antes posible y frecuentes: Con un enfoque Ágil, se puede buscar el desarrollo del producto mínimo viable, para así centrar los esfuerzos en esa funcionalidad en el menor tiempo posible, y posteriormente ir aumentando de manera frecuente funcionalidades que vayan complementando el producto.
Enfoque híbrido
También es factible emplear elementos de una metodología y usarlos en la otra de acuerdo a las necesidades del proyecto.
Por ejemplo, en un proyecto en cascada, se puede beneficiar al adoptar prácticas ágiles como el de obtener una retroalimentación temprana por parte del cliente, en lugar de esperar hasta la conclusión de todas las fases para obtener dicha retroalimentación. Y en el caso de un proyecto ágil, se podrían realizar las etapas de definición de requerimientos, análisis y el diseño, usando metodología en cascada y posteriormente la implementación y pruebas realizarlas con un enfoque ágil.
Conclusión
Ambas metodologías tienen fortalezas y limitaciones, por lo que es necesario comprenderlas y con ello poder tomar decisiones informadas que contribuyan al éxito del proyecto, por eso en Quality Consulting, elegimos junto con nuestros clientes, el enfoque que mejor se adapte a las características únicas de cada proyecto y a la forma de trabajar de cada organización.